La fuga de cerebros, un debate interminable

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El término “fuga de cerebros” apareció por primera vez en Reino Unido en 1963, cuando la Royal Society lo empleó para describir la emigración de científicos británicos hacia EE.UU. y las consecuentes repercusiones de dicho fenómeno sobre la economía nacional.

Si bien en la actualidad no existe una definición exacta para esta expresión, cuando hablamos de “fuga de cerebros” hacemos referencia a las personas altamente cualificadas, que tras formarse dentro del territorio nacional, emigran a países extranjeros persiguiendo nuevas oportunidades.

Son muchas las opiniones suscitadas por este fenómeno, el cual ha adquirido especial relevancia en estos últimos años.

Pero la verdadera pregunta es: ¿existe verdaderamente una fuga de cerebros en Europa?

A principios de abril de este mismo año, el Centro de Estudios de Política Europea (CEPS), un think tank con sede en Bruselas, difundió un estudio titulado EU Mobile Workers. Dicho estudio analizaba las tendencias actuales con respecto a la movilidad laboral existente en Europa y las consecuencias tanto en los países de origen como en los países de acogida.

A través del siguiente gráfico, extraído del propio documento, observamos la incidencia de los flujos de inmigración neta en la Unión Europea entre los años 2007 y 2017, distinguiendo entre estudios de nivel bajo, medio y alto.

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Los datos arrojados por el mismo muestran cómo la zona sur de Europa sufre una pérdida continuada y progresiva de capital humano, contrastando con los países miembros del norte del continente, quienes se consolidan como los países receptores de ese talento.

Esta inclinación hacia el norte es motivada esencialmente por los mayores salarios percibidos en esos países y el bajo índice de paro técnico, inferior al 5%. Respecto a esto último, resulta interesante examinar el siguiente gráfico elaborado con información procedente de EURES, el portal de empleo europeo.

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El desajuste es claro. Italia, Grecia y España, grandes damnificados por la crisis económica de este período, ofertan mucho menos empleo del que se demanda difiriendo por completo de países vecinos como Alemania y Reino Unido, que experimentan el suceso contrario.

Por eso, no es de extrañar que el tridente formado por Italia, España y Grecia sean también los principales afectados por la migración de  trabajadores altamente cualificados hacia otros países de la UE y nuevamente Alemania y Reino Unido aparezcan como principales destinos de preferencia.

Aunque la magnitud  del suceso hasta el momento no compromete la estabilidad de estos países, si las tendencias actuales se mantuvieran, la fuga de cerebros podría convertirse en un serio problema.

Florentino Felgueroso, escribía para “Nada es Gratis” acerca de la alarmante situación demográfica en la que nos encontramos, la cual justifica la preocupación por dicho fenómeno: Alemania, y Reino Unido en menor medida, experimentarán la caída de la población intermedia, es decir, la más productiva, y el crecimiento de la población en edad de ser relevada de sus puestos de trabajo. Este hecho explica también que sean estos países quienes lideren la demanda de profesionales altamente cualificados.

La movilidad de los trabajadores es un hecho que, lejos de suponer un inconveniente, es sumamente importante para completar su formación y profundizar en sus conocimientos, en un mundo cada vez más globalizado. Sin embargo, el problema surge cuando las grandes diferencias en las condiciones laborales entre el país que acoge y el país de origen dificultan el regreso de estos profesionales altamente cualificados, que no sienten reconocida su profesionalidad en sus raíces.




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